sábado, 13 de marzo de 2021

dos versiones coreanas de Jane Eyre [제인 에어]의 두개의 고려/한국/조선어판

 Esta entrada no obedece más que a que me llamó la atención comparar la versión de la RPDC de una obra de la autora victoriana inglesa Charlotte Brontë traducida con una versión surcoreana de la misma obra.

Como entretenimiento, hice una traducción más bien literal al castellano del primer párrafo de una y otra edición para ver cómo cambiaban.
Tal como ya anticipaba, ni difieren sustancialmente ni las variaciones, más allá de la elección concreta de léxico por parte del traductor y a la distinta adaptación a la escritura coreana del nombre de la autora, se pueden atribuir a la separación intercoreana. No he hecho la comprobación, pero creo que, si se comparan distintas versiones dentro de un mismo lado de Corea se dará el mismo nivel de variación.


Fragmento de la portada de Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Traducción de Hong Sun Dal. Editorial de las Letras y las Artes (Munhak Yesul Jonghab Chulpansa, 문학예술종합출판사), Pyongyang, 1993



Fragmento de la portada de Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Traducción de Choi In Ha. Biol K´l, Seúl, 2018


Primer párrafo de Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Traducción de Hong Sun Dal. Editorial de las Letras y las Artes (Munhak Yesul Jonghab Chulpansa, 문학예술종합출판사), Pyongyang, 1993



traducción propia libre

En modo alguno se podría pasear aquel día. Aunque, en honor a la verdad, sí habíamos recorrido, en paseo matutino de una hora aproximada, el bosquecillo de arbustos, desprovistos ya de sus hojas, al mediodía (Ms. Reed, cuando no venía gente, almorzaba más bien temprano), un viento frío de invierno trajo, como si quisiera apelotonarlas, un montón de nubes lúgubres y bien cargadas, desatándose un diluvio de los que calan los huesos y que volvió impensable siquiera la posibilidad de aventurarse nuevamente al exterior.

Primer párrafo de Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Traducción de Choi In Ha. Biol K´l, Seúl, 2018

traducción propia libre

Era un día que no dejaba ni soñar con dar un paseo. En realidad, por la mañana (después del desayuno) sí habíamos recorrido por aquí y por allí el bosque de arbustos, ya desprovistos de todas sus hojas. Sin embargo, apenas almorzamos (los días que no teníamos visita, Ms. Reed terminaba temprano de comer), se levantó un viento implacable y se agolparon unas nubes negras como el tizón y que comenzaron a descargar unos goterones de esos gruesos que te empapan el cuerpo entero. Resultaba disparatada la idea de volver a disfrutar del exterior.

versión traducida del inglés en la edición en castellano de Planeta, Barcelona, 2016



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